jueves, 21 de febrero de 2013

El Bosque de Cristal



Hola :) Os os traigo un relato que ya os dije hace tiempo que quería enviar a un concurso. Pues bien, ya lo he acabado y creo que no me ha quedado demasiado mal, aunque sigue sin tener el nivel necesario para ganar el concurso, pero bueno xD Os lo dejo para que os lo leáis y a ver si os gusta :)




Cuenta la leyenda que en un lugar muy lejano y prácticamente inescrutable, se halla un bosque de cristal. Allí el tiempo está detenido, dicen que siempre prevalece la noche más oscura, iluminada tan sólo por el tenue resplandor de una luna atrapada en cuarto creciente. La oscuridad tiene sin duda un fin concreto: la negrura del cielo no hace más que intensificar el brillo de las millones de estrellas presentes en el firmamento, inmóviles y eternas que nos observan desde los confines del universo y que conocen todos nuestros secretos. Por suerte son buenas confidentes.

El Bosque de Cristal se extiende sobre una llanura oculta entre las más altas montañas, como una recompensa apta solo para aquellos que son capaces de superar todos los obstáculos. Y sin duda, es una recompensa que vale la pena; la belleza del Bosque de Cristal no es comparable a ninguna otra realidad, descubierta o por descubrir. Os lo intentaré describir lo mejor que pueda, pero tened presente que mis palabras no serán más que una leve sombra de la verdad y que jamás podré expresar con exactitud las sensaciones que produce en una persona la vista de algo tan hermoso.

Es llamado el Bosque de Cristal, aunque sería más apropiado llamarlo Bosque de Hielo, ya que el material del que están hechos los árboles y demás estructuras vegetales es más parecido al agua congelada que a ninguna otra sustancia que conozcamos. Sin embargo, hielo es una palabra que nos recuerda al frío, al invierno y a la muerte. El Bosque de Cristal es todo lo contrario. Aquel lugar rezuma vida por los cuatro costados: los pálidos árboles agitan sus ramas delicadamente igual que si se tratasen de tiras de papel mecidas por la brisa, como dedos fantasmales que se alzan hacia lo alto intentando alcanzar la luna.

Pero no debéis pensar en él como un lugar siniestro, pues aunque la belleza a veces oculta la más pura maldad, el Bosque de Cristal no tiene malas intenciones. Persiste aquí también el susurro de los árboles que hablan con su propio lenguaje, intentando siempre hacerse comprender por los humanos: nos rozan la cara con sus ramas como la tierna caricia de una madre, nos siguen con sus inmóviles ojos tallados en el tronco, nos llaman con su mudo lamento. Todos los árboles emiten este llamamiento, pero sólo los árboles del bosque de cristal son capaces de hacerse comprender. Estos utilizan el viento que sopla entre sus ramas como herramienta para crear música, una salvaje y sincera melodía que se asienta en el corazón y con la que consiguen transmitirnos una sensación de paz y tranquilidad, totalmente ajena al miedo, que nos hace creer que todo va a ir bien. De alguna manera, ese constante rumor del viento hace que nos fiemos del Bosque de Cristal y nos olvidemos de toda duda o recelo que pudiéramos albergar hacia él. Nos sentimos protegidos, abrazados, seguros, cálidos. Sólo las personas más sinceras pueden hacernos sentir así, y los árboles no saben mentir, ni siquiera los de cristal. Por eso el refugio del ser humano han sido siempre los bosques, lugares donde el tiempo se paraliza y no existe el peligro.

Antes he dicho que el material al que más se parecen los árboles de cristal es el hielo, si bien esto no es del todo cierto. Es el material al que más se parecen, sí, pero eso no quiere decir que se parezcan en demasía. Lo único que tienen en común es esa superficie pulida y resbaladiza, pero sin duda el hielo no alcanzará nunca el brillo ni la pureza del cristal del bosque. Los árboles relucen más que cualquier joya, más que cualquier piedra preciosa que se encuentre guarecida en las profundidades del subsuelo. Tan sólo las estrellas y la luna pueden llegar a compararse con ellos, por lo que se cuenta que el bosque de cristal fue creado con luz de luna, brillo de estrellas y agua de plata.


El agua de plata sin duda provendría del río que fluye entre los árboles de cristal escurridizo como una culebra y elegante como un pavo real. El agua que lo compone no es agua normal; esta, al contrario que las demás, no es incolora. Más bien tiene un tono gris metálico causa de las pequeñas partículas de plata que tiene disueltas, lo que le da un brillo fantasmagórico y antinatural. El agua de este río no va a parar ni a un lago ni al mar; ya que, antes de que pueda llegar a cualquier destino, los árboles la absorben a través de sus raíces hasta que el río se queda en nada.

Es por esto que los árboles de cristal relucen tanto, fluyendo por su interior no hay sino agua de plata. Si te acercas mucho y miras al interior de su tronco incluso puedes apreciar pequeñas estrías que se extienden como una red de argénteas telarañas y que no son más que los conductos por donde fluye este agua convertida en savia. De ahí viene otro de sus parecidos con el hielo, estos pequeños surcos que atraviesan el material por dentro y que dan la impresión que que se vaya fragmentar y romper en pedazos en cualquier momento. Es engañoso, los árboles de cristal parecen frágiles, pero no lo son.

Sin embargo, la historia del Bosque de Cristal no se compone sólo de belleza, sus páginas también están manchadas de sangre, traiciones y muerte. El ser humano es un ser corrupto que constantemente busca riqueza y poder, que en realidad acaban siendo la misma cosa. Pues bien, el Bosque de Cristal es la fuente de poder más grande que se conozca, quien llegue a contemplarlo sin duda podrá lograr cualquier cosa que se proponga y acabar con todo lo que se interponga en su camino. Por suerte, el Bosque de Cristal tiene un mecanismo de defensa con el que se asegura que tan solo las personas dignas puedan llegar hasta él. Al contrario que los demás bosques, él no permanece quieto. El lugar donde se encuentra cambia constantemente, los árboles son capaces de deslizarse por el suelo lentamente, se arraigan con sus raíces a la tierra y se impulsan con las ramas para avanzar poco a poco. Por eso nunca permanece en el mismo lugar y es tan difícil de encontrar. Sólo las personas que tengan una voluntad de hierro y unas intenciones puras son guiadas hasta el bosque a través de senderos que luego nunca recuerdan.

Una de esas personas en haber encontrado el bosque de cristal y que además es famosa por haberlo hecho nada más que dos veces, es un caballero que vivió en la Edad Media y cuyo nombre se ha ido olvidando con el tiempo. Aún así, su historia nunca se olvidará pues es, ciertamente, un hombre de leyenda.

Se dice que este caballero amaba a una princesa con todo su ser, pero ella era la mujer más hermosa del reino y tenía muchos más pretendientes infinitamente mejores que el pobre caballero. Un día, cuando la princesa alcanzó la mayoría de edad y fue hora de buscarle un marido, el rey ideó una prueba para asegurarse de que su querida hija se casara con alguien que la hiciera feliz. La prueba era la siguiente: todo aquel que quisiera casarse con la princesa debería entregarle un presente que demostrara su amor por ella, y tenían de plazo para conseguirlo un ciclo de la luna. El rey estaba seguro de la persona que trajera el regalo más hermoso sería sin duda el perfecto marido para su hija.
El caballero, que no podía desperdiciar la oportunidad de ganar, decidió que su mejor opción era encontrar el Bosque de Cristal, cuya belleza era incomparable. Muchos se rieron de él, pues consideraban que la existencia de dicho bosque era sólo un cuento de hadas, pero el caballero no se vio desanimado y partió con las primeras luces del alba.
Viajó durante veintinueve días y veintinueve noches sin apenas descanso, superando montañas y ríos, sorteando barrancos y venciendo bestias horripilantes. A la veintinueveava noche se tumbó por fin a descansar y se dijo que aunque encontrase el bosque de cristal, ya nunca sería capaz de entregarle el regalo a la princesa. La luna casi había completado su ciclo y jamás le daría tiempo a regresar al reino. Agotado como estaba, su mente empezó a divagar y se concentró en lo único que había mantenido viva su esperanza durante el viaje, el recuerdo de su amada princesa. Tan sólo la había visto una vez, y de lejos, pero desde entonces no le cabía duda de que ellos dos se pertenecían, estaban hechos el uno para el otro igual que dos piezas de un rompecabezas están echas para encajar a la perfección. No podía explicar por qué estaba tan convencido, era simplemente algo que sabía con certeza, que sentía por dentro con más intensidad de la que había experimentado nunca antes.
Pero entonces, cuando estaba a punto de caer dormido, llegó a sus oídos una música deslizante y conmovedora. El caballero se levantó de un salto con energías renovadas y se decidió a seguir la música. Andaba como ciego, sin fijarse en por donde caminaba. Su cerebro le guiaba y sus piernas obedecían, pero él no tenía control sobre su cuerpo. Finalmente, tras doblar un recodo, lo vio. El Bosque de Cristal se hallaba ante él en todo su esplendor. En ese momento, la fuerza invisible que tiraba de él se desvaneció y pudo actuar por su cuenta otra vez. No podía creerlo, ¡había conseguido encontrar el bosque de cristal! Los ojos se le llenaron de lágrimas mientras caminaba hacia él. Con mucho cuidado y premisa, puso la mano sobre el primer árbol que se encontró. Para su sorpresa, no era frío al tacto como había esperado, sino que de la corteza del árbol emanaba calor: aquel ser estaba vivo. El caballero se quedó durante minutos, horas, días, contemplando el Bosque de Cristal; nunca supo con certeza cuanto tiempo fue. La música que producían los árboles también es hipnotizante y todo aquel que la escucha queda atrapado en ella. El caballero parecía estar perdido hasta que, de repente, recordó aquello que le había llevado allí: su princesa. La mente se le despejó del todo y con mucha ternura, arrancó del suelo sobre el que estaba sentado una pequeña brizna de hierba de cristal, no se atrevía a llevarse más. La envolvió con cuidado en un trapo y la puso a buen recaudo en el bolsillo. Acto seguido, salió del Bosque sin perder más tiempo. No fue capaz de encontrar el camino de vuelta a su campamento y al lugar donde había dejado a su caballo, pero no le importó. Resulta que el lugar por donde había salido del Bosque era una llanura que conocía perfectamente y que apenas estaba a unas horas de camino a palacio. El caballero nunca se preguntó cómo era posible que un viaje que le había llevado casi un mes se redujera de tal forma.
Estaba empezando a amanecer y el sol ya asomaba por el horizonte. El caballero siguió caminando sin sentir ningún tipo de cansancio.
Finalmente, ya avanzada la tarde, llegó a palacio. La ceremonia estaba a punto de concluir y el rey iba a nombrar como marido de su hija a un noble que había traído una delicada rosa azul como presente.
-¡Alto!-gritó el caballero.-Yo tengo algo más hermoso aún que esa rosa, pues he traído una brizna de hierba proveniente del Bosque de Cristal.
Un murmullo de sorpresa recorrió la multitud y todos los ojos se giraron hacia el caballero mientras este sacaba el paquetito del bolsillo y desenvolvía la brizna de hierba. Esta, a pesar de ser minúscula, reflejó la luz del atardecer y brilló con la fuerza de mil soles dejando mudos a todos los presentes.
Así, el caballero ganó la competición y se casó con la princesa. Me gustaría decir que fueron felices durante el resto de sus días, pero por desgracia, esto solo pasa en los cuentos.
Durante los primeros meses de matrimonio, el caballero estaba tan feliz que no cabía en sí de gozo, pero algo empezó a ir mal. Sobre la mesilla de noche reposaba la brizna de cristal tan hermosa como siempre, y sin embargo, al caballero que había visto el Bosque de Cristal en todo su esplendor le parecía triste y solitaria. El recuerdo del Bosque le perseguía noche y día, “no debería haberme llevado la brizna, pertenecía al Bosque, no debería haberme llevado la brizna”, se repetía constantemente. Su obsesión alcanzó tal límite que se pasaba todo el tiempo postrado en la cama con los ojos, fijos en la brizna de hierba, inyectados en sangre. La princesa y el rey lo tomaron como una rara enfermedad de la que se había contagiado en su viaje e intentaron curarle, pero nada daba resultado.
Finalmente, el caballero no pudo más, así que cogió la brizna y escapó del castillo. Anduvo durante muchos días buscando el Bosque de Cristal y como su determinación, al igual que la primera vez, era muy fuerte, fue capaz de encontrarlo de nuevo. Allí en el suelo del Bosque depositó la brizna devolviéndola a su lugar y toda su ansiedad desapareció de golpe. Sin embargo, esta vez no fue capaz de resistirse a la sugerente música del Bosque y quedó atrapado en él hasta que murió de hambre y de sed. La princesa, que había acabado por enamorarse del caballero, también murió de melancolía y de pena.

Sin duda, ahora queda claro que el Bosque de Cristal sabe defenderse por si solo. A decir verdad, nadie que haya visto alguna vez el Bosque ha conseguido llevar una vida feliz y placentera después. Todo en la vida conlleva el precio y el de contemplar algo tan hermoso es elevado. Muchos son los que lo pagan con gusto y mueren con la sensación de haber llevado una vida plena aunque no haya sido así.

A pesar de todo, los humanos somos en general seres despreciables y egoístas que arrasamos con todo con tal de conseguir lo que deseamos. Tarde o temprano la desgracia tenía que llegar al Bosque de Cristal, y lo hizo. Nada hermoso prevalece para siempre.
Un día, un hombre cuyos motivos eran puros al principio consiguió llegar al Bosque de Cristal. Sin embargo, su corazón se corrompió y, arrastrado por la codicia y la envidia, destrozó todo lo que pudo. Los árboles de cristal son fuertes y resistentes, pero tienen un punto flaco: la oscuridad. El alma de este hombre era oscura y lóbrega, lo que hizo que el Bosque de Cristal comenzara a marchitarse como si hubiera llegado el frío invierno. Sus defensas comenzaron a disminuir y más hombres como el primero atravesaron sus fronteras. El Bosque de Cristal se defendió al principio, tratando de enloquecer a todos aquellos que lo amenazaban con sus cánticos y su música hechizante; pero los hombres eran demasiados y sus almas eran todas sombrías. Pronto hasta el viento dejó de soplar y la música del Bosque se apagó para siempre.

Sin embargo, antes de que el Bosque de Cristal quedara destruido por completo, algunos juran haber visto huir de él a una pareja de humanos de cristal, un hombre y una mujer. Estos eran transparentes como el agua y la luz de la luna les atravesaba creando sobre ellos una lluvia de destellos plateados. Parecían delicados como si en cualquier momento se fueran a derrumbar, pero corrían con la agilidad de un lince y sus pies apenas tocaban el suelo. Iban de la mano, como apoyándose el uno al otro, y sus rostros de mármol no mostraban expresión alguna, si bien no resultaban antinaturales para nada.
Su belleza era incluso mayor que la de los árboles de cristal. No era de esas bellezas que causan envidia y resentimiento, era más bien una belleza que causaba en toda persona que las contemplaba la necesidad de protegerla para que nunca se degradase.
La visión no duró mucho, pues la pareja de cristal desapareció con un parpadeo y mucho piensan que esta no fue si no una ilusión causada por su cerebro y un engaño de sus ojos. Aún así, tal vez, y solo tal vez, es posible que los hombres de cristal fueran reales y que con ellos llevaran una semilla que les permitiese plantar otro Bosque de Cristal, que fuese aún más bello y especial que el primero. Puede que la esperanza todavía no esté perdida y que la belleza pueda volver a renacer de nuevo y que esta vez no sea destruida ni ocultada, sino que todos podamos disfrutar de ella sin tener que pagar un precio.

FIN.

11 comentarios:

  1. Luba solo puedo decir que... ME ENCANTO!
    Enhorabuena! Es un escrito precioso!
    Y tu eres una maravillosa escritora! :D
    Un beso.

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  2. Luba, el escrito es preciosos, no tengo palabras.
    Seguro que ganas si te presentas a algún concurso. Preciso, me ha emocionado!
    Sobre todo el final, casi me pongo a llorar!!
    Un beso, escritora!

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  3. El escrito es hermoso, no importa que tan mal se pongan las cosas puede que siempre quede una pequeña esperanza. Tal como Catnip Swan ha comentado puedes ganar un concurso.


    Saludos!

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    1. Jajaja si, esa es la sensación que quiero transmitir. Muchas gracias :)

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  4. Yo no lo veo tan mal Luba. A lo mejor cambiaría alguna coma de lugar o alguna palabra suela, pero eso no es nada comparado con el relato que cuentas. Te juro que podía imaginar a un juglar contando la historia del caballero y la princesa. Y los detalles del bosque... bueno no tengo palabras para describirlo *-* Como autora, lo verás de forma diferente y no conozco el concurso, pero si yo fuera jurado habrías conseguido llamarme la atención como poco, por no decir que me habría encantado jaja
    Muchos besos y ánimos

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    1. Jajajaja si, ya me ha marcado mi madre las palabras sueltas que tengo que corregir xD (Ella de joven era escritora, así que sabe de esas cosas)
      Dices eso porque no has leído los ganadores de otros años, esos están que flipas jajaja de todas formas, muchas gracias por los ánimos, ya os contaré que tal :)

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  5. Luba, sinceramente no entiendo como dices que no va a ganar el concurso, porque vale muchisimo y esta muy bien escrito, no entiendo tus intenciones, supongo que no tienes la suficiente autoestima que deberias tener

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  6. Eres genial luba, me ha encantado el escrto :)
    Por cierto te he nominado al concurso de lovely blog award, pasate por aquí: http://lasuertesiempredevuestraparte.blogspot.com.es/2013/06/premio-lovely-blog-award.html
    Gracias por el relato, sigue escribiendo :)

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  7. Me encanto tu historia, yo tambien escribo pero me da miedo que a la gente no le guste pero al ver tu historia me dio animos de publicar las mias.

    Eres una gran escritora, como una persona que una vez me dijo cuando por accidente leyo una de mis historias animo no te rindas son muy lindas lo mismo te digo a ti animo.

    #Soy tu nueva fan

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